Por Lionel Cia.- Columnista de Espectáculos.-
Gracias a una tecnología desarrollada para el documental ‘Get Back’, el productor Giles Martin volvió a mezclar uno de los discos más disruptivos de la banda. Además, se presentan por primera vez una buena cantidad de material adicional publicada ayer 28 de Octubre, con una calidad de sonido impecable. (Lionel Cia)
Pude escucharlo completo y aseguro que es un excelente trabajo que realizaron, compare este disco en edicion DELUXE con los CDs originales y me quedo con esta edicion. IMPECABLE – Lionel Cia
“Quiero que mi voz suene como el Dalai Lama desde la cumbre de una montaña”, exigió John Lennon al productor George Martin y al joven Geoff Emerick -que debutaba en ese preciso instante como ingeniero de The Beatles– para su reciente composición, “Tomorrow Never Knows”. En 1965, la evolución de los Fab Four entró en una vorágine sin precedentes y, habiendo pasado apenas cuatro meses de la salida de Rubber Soul –que funcionó como la transición ideal entre el Merseybeat de sus comienzos y la experimentación de su siguiente etapa-, volvieron a los estudios de Abbey Road para grabar su sucesor, Revolver, que, editado el 5 de agosto de 1966, fue una revolución, la segunda que produjo el cuarteto de Liverpool desde su debut con “Love Me Do”. Siguiendo con la sana costumbre de traer el sonido del grupo al siglo XXI, el productor Giles Martin volvió a remezclar el álbum con una tecnología de punta y sumó a esta nueva reedición material inédito que no solo hurga en el proceso creativo de la banda más importante de la historia, sino que también derriba algunos mitos.
Por primera vez desde la explosión de la Beatlemania, los cuatro pudieron tomarse una pausa de tres meses para ocuparse de sus asuntos personales y sumergirse en sus propios intereses. George Harrison, que aprovechó el impasse para casarse con Pattie Boyd en enero del ‘66, se metió de lleno en la cultura de la India, mientras que Paul McCartney exploró en soledad tanto la música clásica como la concreta. Lennon, en cambio, empezó a consumir LSD y sus viajes lo llevaron a escribir canciones más complejas que incorporaron nuevos conceptos a la música de Occidente y que a su vez requirieron recursos técnicos que obligaron a los ingenieros del estudio de grabación a pensar en nuevas formas de materializar esas ideas. Además, la decisión de abandonar los conciertos (The Beatles hicieron su última gira unos meses más tarde y se retiraron de los escenarios hasta el célebre recital de la azotea de las sesiones de Let It Be) les permitió desarrollar su arte sin preocuparse por la ejecución en vivo. El estudio, a partir de ese momento, se convirtió en su santuario, en el lugar donde pudieron desplegar toda su creatividad con total libertad.
“Tomorrow Never Knows” fue escrita bajo los efectos del ácido y está inspirado en La experiencia psicodélica: Un manual basado en el Libro Tibetano de los Muertos de los psicólogos Timothy Leary, Ralph Metzner y Richard Alpert, que investigaron los efectos terapéuticos de las drogas psicodélicas. Para ellos, y en particular para Leary, estas sustancias abrían la mente y revelaban verdades ocultas a través de experiencias místicas. Lennon la compuso alrededor de un solo acorde introduciendo el pedal hindú (un sonido repetido o sostenido por largos periodos de tiempo) en el pop. Pero la canción tiene otra innovación que fue fundamental para el desarrollo de la música moderna, que es el uso de loops de cintas pregrabadas que, alteradas de diferentes maneras, aparecen y desaparecen durante el transcurso del tema. Se trató de una idea de McCartney, que, inspirado en la música avant-garde, fue precursora del sampling y le dio a la composición de John el toque que necesitaba para que sea un viaje sonoro completamente novedoso, en especial para los jóvenes que se habían criado con el rock ‘n’ roll de Elvis Presley y Chuck Berry. Como señala Ian MacDonald, que analizó con detalle las grabaciones de The Beatles en su libro Revolution in the Head: “la música pop no había escuchado nada como esto antes”. Revolver dio el puntapié inicial a la explosión del rock psicodélico que se dio al año siguiente, que tuvo a The Beatles como protagonistas, pero también a bandas como Pink Floyd, Procol Harum, The Doors, The Byrds, Love, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Quicksilver Messenger Service, entre otras.
“La magia es el hecho de que estas personas en una habitación crearon el sonido más extraordinario”, admite Giles Martin sobre Revolver, al que considera un álbum que suena como ocho bandas distintas. “Hasta la batería suena diferente en cada canción”. El hijo del mítico productor ya había superado con creces el desafío de remezclar Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el Álbum Blanco, Abby Road y Let It Be, pero con toda la discografía de Revolver para atrás existía la limitación de que fue grabada en pocas pistas y, por lo tanto, no era posible separar los instrumentos para hacer una nueva mezcla. Sin embargo, la tecnología desarrollada por el equipo de sonido del director Peter Jackson, que liderado por Emile De La Rey permitió escindir la música de los diálogos en Get Back, logró lo que parecía imposible. Martin, que participó en el documental de The Beatles que estrenó Disney+, les entregó “Taxman” y lo que recibió, gracias a esta revolucionaria tecnología que trabaja con inteligencia artificial, fue la grabación completamente desarmada. “Fue como darles una torta y que te devuelvan la harina, los huevos, la leche y el azúcar por separado”, explicó.
Como sucedió con las reediciones anteriores, la versión 2022 de Revolver viene en diferentes formatos, aunque la más esperada por los fanáticos es la edición de lujo de cinco CDs o cuatro LPs y un simple, que incluye la mezcla original en mono, el sencillo “Paperback Writer/Rain” –que se grabó en las mismas sesiones-, y dos discos con demos, ensayos, tomas descartadas y versiones alternativas que muestran el proceso creativo de The Beatles en uno de sus trabajos más colaborativos. “Los cuatro están en la misma etapa, madurando. Pero siguen siendo cuatro miembros individuales, con cuatro estilos eclécticos, y dispuestos a adentrarse en la misma ola”, afirmó Giles Martin a Rolling Stone.
Revolver es la prueba cabal de cómo The Beatles decidieron utilizar el estudio como laboratorio sin preocuparse por cómo interpretar sus creaciones en directo. Era un hecho que habían renunciado a las giras y apenas terminaron la grabación se embarcaron en su último tour, en el que solo interpretaron un tema nuevo (“Paperback Writer”). Sin la presión de los shows, los Fab Four pudieron explotar al máximo las capacidades de Abbey Road, pese a las limitaciones y rigurosas reglas que tenía en comparación con otros estudios, en especial de Norteamérica. De todas maneras, el ingeniero Geoff Emerick quebrantó varias de las normas de EMI para obtener un sonido más potente, en especial en el bajo y en la batería, y tanto él como George Martin se vieron obligados a innovar con nuevas técnicas para satisfacer las exigencias del grupo, que buscaba traspasar los límites todo el tiempo. El material inédito seleccionado para este lanzamiento muestra el esfuerzo del grupo por superarse y sacar entre todos lo mejor de cada canción.
El descubrimiento más sorprendente de la reedición de Revolver es el origen de “Yellow Submarine”. Siempre se creyó que fue una creación de McCartney, incluso Lennon lo afirma en Anthology. Sin embargo, el tercer disco de sesiones incluye dos grabaciones caseras tomadas durante el proceso de composición que muestran el aporte fundamental de John, en especial en la melodía de las estrofas. Su versión, más melancólica, podría haber sido una maqueta de Plastic Ono Band. Al final se trató de un trabajo colaborativo: Ringo la canta asombrosamente, el compositor Donovan aportó una línea y durante la grabación invitados especiales como Brian Jones y Marianne Faithfull ayudaron a crear los efectos de sonido. Para Paul es mucho más que una canción infantil porque, en el fondo, refleja el estado de ánimo del grupo en aquellos años: “The Beatles vivíamos en nuestra propia cápsula. Nuestro propio microclima. Nuestro propio ambiente controlado”, cuenta en su reciente libro The Lyrics, para luego agregar: “aunque no lo sabíamos en ese momento, expresar nuestra alegría de salir del mundo en blanco y negro realmente contribuyó a esa nueva explosión de color”. Macca se refiere al paso de los años de posguerra de su infancia, en la que todavía quedaban rastros de los bombardeos nazis, a la explosión del Verano del Amor, en donde la juventud salía a las calles a pedir por la paz.
La portada de Revolver, hecha por Klaus Voorman -un viejo amigo del grupo que luego tocó el bajo en los discos solistas de John, George y Ringo-, sigue el mismo concepto y también funciona como transición, ya que se trata de un collage con caricaturas y fotografías de The Beatles con una estética psicodélica, pero en escala de grises. La transformación final, desde lo visual, llegaría al año siguiente, con la carátula multicolor de Sgt. Pepper.
“En definitiva, no es un mal álbum”, confiesa McCartney en el prefacio del libro que acompaña esta reedición. Aquí, quizás por primera vez, hay que disentir con él porque, en realidad, hay un antes y un después de Revolver en la música de The Beatles y de la música popular en general. Fue el álbum que marcó la madurez de sus integrantes y que a su vez estableció la dirección que tomaría cada uno individualmente. A partir del séptimo LP del grupo sería más sencillo identificar quién había escrito cada canción, ya que la banda había dejado de ser una unidad para convertirse en la suma de sus partes. Resguardados en el estudio y sacando provecho de los efectos de las drogas, John, Paul, George y Ringo expandieron no sólo su creatividad sino los límites de lo que era posible hacer en una canción pop. Fue una segunda revolución que nació en oposición a la Beatlemanía y que manifestó la necesidad del cuarteto de Liverpool de patear el tablero y tomar un rumbo distinto que, más pronto que tarde, los demás terminaron siguiendo. Aunque no quisieran, ellos marcaban el pulso de la época. Esta nueva remezcla hecha por Giles Martin, acompañada de una buena cantidad de material adicional, no hace más que vigorizar el legado de una obra perfecta que sentó las bases para que, tan solo un año después, los Fab Four inauguraran una nueva era, tan fundamental como la que nació cuando sacaron su primera canción hace 60 años.