
El 3 de septiembre no es una fecha cualquiera para la Armada Argentina: se celebra el Día del Submarinista, un día que honra a quienes, en silencio y bajo las aguas, cumplen con la misión más desafiante del mar. Pero desde 2017, esta jornada tiene un peso aún mayor, porque inevitablemente la memoria se dirige al ARA San Juan (S-42) y a sus 44 tripulantes.
Aquel submarino, emblema de la Flota de Mar, partió de Ushuaia rumbo a Mar del Plata y el 15 de noviembre de 2017 se perdió todo contacto. Desde entonces, el nombre “San Juan” dejó de ser solamente el de una nave: pasó a ser un símbolo, un recuerdo imborrable y un dolor que une a todo un país.
La búsqueda internacional, la angustia de familiares y camaradas, y la incertidumbre que se extendió durante meses, marcaron uno de los capítulos más duros en la historia reciente de la Armada. El hallazgo de sus restos a más de 900 metros de profundidad en el Atlántico Sur confirmó lo que nadie quería aceptar, pero que todos necesitaban saber.
En la memoria del San Juan también resplandece el nombre de la teniente Eliana María Krawczyk, la primera oficial submarinista mujer de la Armada Argentina y de toda Sudamérica. Su presencia en la tripulación simbolizaba no solo el coraje, sino también la apertura de caminos en una profesión históricamente reservada a los hombres. Su pérdida, junto a la de sus compañeros, es un golpe que cala hondo en la sociedad.
Sin embargo, este dolor no puede desligarse de una verdad incómoda: decisiones políticas desacertadas, tomadas por personas sin la preparación ni la idoneidad necesarias para comprender la realidad de nuestras Fuerzas Armadas, abrieron un camino que derivó en tragedia. Lo que sucedió con el San Juan no debiera haber pasado. No fue la falta de valor de su tripulación, sino la ausencia de responsabilidad en los niveles de conducción los que marcaron este destino que hoy lamentamos.
Reflexión
Hoy, en cada puerto y en cada base naval, se rinde homenaje a los submarinistas, hombres y mujeres que eligieron una vocación de acero, sacrificio y silencio. Y dentro de ellos, la figura del San Juan y sus 44 héroes se levanta con fuerza.
El recuerdo de Eliana y de sus camaradas debe servirnos también como advertencia: cuando la política no se ejerce con responsabilidad, los que ponen el cuerpo y el alma son siempre los hombres y mujeres de uniforme.
Que este Día del Submarinista sea también un día para unirnos en respeto, y para comprender que detrás de cada uniforme hay una familia, una historia y un sacrificio que merece ser honrado eternamente.