
En la jornada de hoy, la Cámara de Diputados dio marcha atrás con los vetos aplicados por el presidente Javier Milei sobre el financiamiento a las universidades públicas y al Hospital Garrahan. La decisión se convirtió rápidamente en un hecho político de peso, no sólo por lo que representa en términos presupuestarios, sino también por la carga simbólica de ambas instituciones.
El oficialismo defendía el recorte bajo la premisa de “ordenar las cuentas”, pero la oposición encontró en este terreno un espacio clave para marcar diferencia. Nadie quiere quedar frente a la sociedad como el responsable de limitar recursos a la educación universitaria o al hospital pediátrico de referencia en toda la región.
La votación dejó en claro que, más allá de los discursos, hay dos factores que se entrelazan:
- Estrategia política: la oposición aprovecha temas de alto impacto social para poner límites al Ejecutivo y mostrar que el Congreso sigue teniendo poder de contrapeso.
- Convicción ideológica: para gran parte de la dirigencia, la universidad pública y el Garrahan son instituciones que deben preservarse sin discusión, por su rol histórico y su legitimidad ante la ciudadanía.
¿La oposición empuja hacia el abismo político al gobierno? La sola lectura de este episodio sugiere que más que un empujón, lo que existe es una pulseada por fijar el rumbo y los límites del proyecto presidencial.
Reflexión final
Lo ocurrido muestra que, en la Argentina, hay consensos que trascienden gobiernos y coyunturas: la educación y la salud pública siguen siendo banderas intocables. El desafío hacia adelante será encontrar un equilibrio entre la austeridad fiscal que pregona el Ejecutivo y la inversión en áreas estratégicas que demanda la sociedad. Si ese puente logra construirse, quizá podamos transformar la lógica de confrontación en un camino de acuerdos que potencie el futuro del país.