“Bar Central, / catedral del billar esquinero. / Bar Central, / de Irigoyen y Humberto Primero. / Bar Central, / sucursal del afán futbolero / donde todo final se palpita, / y los sábados de tardecita / se da cita la barra de ayer…/”, dice la letra del tango escrito por Pedro Soulé Tonelli, en homenaje a aquel tradicional bar, cuya imponente arquitectura, intacta a pesar del paso del tiempo, le da un toque de distinción a una de las ochavas de la esquina Humberto I y Bernardo de Irigoyen.
Cambió, con el correr de los años, muchísimas veces de dueño, pero siempre funcionó como bar, desde 1916 hasta la fecha. Antes, hacia el 1900, había funcionado allí una panadería, la primera del pueblo de Punta Alta, perteneciente a un tal Pablo Bos, hasta que don José Ighina adquirió la propiedad, para destinarla a la renta. Fueron sus primeros inquilinos los señores Antonio Prieto y Delfino González, quienes instalaron el Café y Bar “Puerto Rico”, cuyo nombre, según A. Sainges, hacía referencia al Puerto Comercial Arroyo Pareja, en plena construcción, considerado como el baluarte del desarrollo económico de la zona. Eran sus mismos dueños quienes lo trabajaban, acompañados por el personal de mozos y demás empleados. En sus páginas, el Album de Punta Alta, en 1919 afirmaba: “Por la amplitud del local que ocupa, por el servicio que en él se presta, y por la numerosa clientela que tiene el café y bar Puerto Rico, constituye uno de los negocios más importantes y acreditados de la localidad. En efecto, este comercio se halla instalado en un local que mide 18 metros por 30, y en el cual se hallan convenientemente distribuidas las mesas para el público y los diez billares, que ocupan la mitad del salón.”. Se caracterizaba por su exquisito “café express” y por la legitimidad de los licores. Todo eso hacía que los marineros y demás personal de la Armada fuesen sus más asiduos clientes.
En 1922 don Delfino González abandonó la sociedad y su lugar lo ocupó un tal Badiola. Tres años más tarde, nuevamente el bar cambiaría de dueños, y también de nombre. Pasó a llamarse Bar “Japonés”, siendo sus propietarios los señores Ichijo y Onuma, ambos de origen nipón. En aquellos años, aparte de los ya conocidos billares, el bar ofrecía salones reservados para las familias, café, minutas, cacao y los más variados licores, además de conciertos musicales todas las noches. Lamentablemente, la tragedia se haría presente a fines de 1928, cuando el local fue casi totalmente destruido por un incendio, en poco más de media hora. Luego de aquel suceso, Ichijo y Onuma decidieron trasladar su negocio y en su lugar don Ercolano Melani reinauguraría el bar, esta vez con el nombre de “Central”, que perdura hasta hoy. En el diario local “El Regional” publicaba y exponía las cualidades de la casa: “Café express, bebidas legítimas, regio salón de billares
(9 mesas de billar, medida reglamentaria de 1/2 y 1/4 match) y la gran Orquesta Típica compuesta por varios profesores, todos los días de 13 a 14 hs. y de 21 a 24 hs.”. La gran innovación del espectáculo de la época era la orquesta estable de señoritas, que actuaba en un palco erigido sobre la actual barra, en aquel momento buffet.
En 1934 nuevamente cambió de propietario, ahora era Emilio Chiaradía. Su innovación fue el esmerado servicio de lunch, que perduró luego, siendo propiedad del señor Juan de Negri, entre los años 1935 y 1945. También continuaron los billares, la orquesta de señoritas y el café express, incorporando, sí, el servicio de té y cacao, y el guindado uruguayo, la especialidad de la casa.
En 1945 el “Central” pasó a manos de los señores Angel Moison y Suárez, sociedad que con los años terminó por disolverse, quedando sólo Moison como propietario, en los años 60.
Finalmente, a fines de 1973, se lo vendió a Antonio Di Giácomo, actual dueño del bar.
Reliquia arquitectónica, fiel testimonio de los tiempos pasados, sus paredes encierran miles de recuerdos…algunos teñidos de fatalidad , como el brutal asesinato de un marinero de apellido Gasparoli en manos de un policía, en 1927, hecho que conmocionó a todo el pueblo en aquel entonces, o el gran incendio del ’28, que amenazó con destruirlo todo… Pero también el “Central” atesora anécdotas inolvidables, como el paso de Gardel, en el ’33, cuando descubrió al genial pianista Carlos Di Sarli; Sandrini, mientras filmaba la película “La muchachada de abordo”; Carlitos Balá; Monzón, y tantos otros…
Fuentes
*”Album de Punta Alta”. Punta Alta. 1919.
*Sainges, M. Alejandrina. “El Bar Central”. 1998.Inédito.
*Periódico “El Yunque”. 24 de diciembre de 1927.
*Diario “El Regional”. 12 de diciembre de 1929.